Cómo sacarle partido al Bicentenario
Al Tablero: ¿De qué manera la celebración del Bicentenario ayuda a la construcción del sentido de nación?
Jorge Orlando Melo (JOM): Celebrar un centenario es un acto convencional: una inocente idolatría del sistema decimal. Pero es una convención útil, si la usamos ante todo para pensar. Celebrar el Bicentenario puede ser un espectáculo, una sucesión de eventos públicos e inauguraciones para promover ideas sobre el país que le interesan al gobierno. Pero puede ser una ocasión, apoyada por las instituciones estatales y privadas y en la que participe gran parte de la población, para que la gente piense en la historia, se pregunte cuáles eran los proyectos de hace doscientos años, identifique los valores políticos que motivaron las luchas de la Independencia, analice cómo ha sido el desarrollo del país durante estos dos siglos, y discuta las perspectivas de lograr realizar aquellos proyectos que todavía nos parecen valiosos.
Una conmemoración basada en la discusión y el pensamiento sirve, sobre todo, si la asumen seriamente las instituciones de educación. Allí están los jóvenes que pueden preguntarse, sin prevenciones, para dónde va Colombia y qué clase de país quieren y ver cómo estos deseos se relacionan con los sueños de los hombres del pasado. Los héroes de la Independencia creían que ésta nos traería el respeto de las libertades de las personas, un sistema político basado en la voluntad popular, una sociedad en la que todas las personas tendrían los mismos derechos y un país próspero y rico, en el que todos podrían participar de esa riqueza. ¿En qué medida hemos avanzado en esa dirección? ¿Cómo han sido los conflictos entre diversas formas de entender estos proyectos y de lograrlos?Hoy compartimos en forma abstracta algunos de los principios que se defendieron en las luchas de Independencia, pero su aplicación sigue teniendo limitaciones, y no hay consenso sobre las formas de lograrlo. Por ejemplo, el país considera inaceptable toda discriminación basada en razones étnicas; sin embargo, la cultura sigue teniendo elementos discriminatorios. Y no hay una fórmula para incluir a toda la ciudadanía en los beneficios del avance económico: ¿se logrará impulsando un liberalismo cada vez más fuerte y debilitando el Estado, o será preciso que el Estado intervenga para poder eliminar la miseria? Este es un debate abierto, pero lo esencial, a la luz de la herencia de la Independencia, es que debemos tener un orden político en el que todos podamos participar en las decisiones, una democracia abierta, limpia y pacífica. Y el país no ha logrado, en doscientos años, formar un sistema político que no recurra a la violencia. Los Comuneros fueron reprimidos en forma brutal. Bolívar decretó la guerra a muerte y aceptó, como medida extrema, la violencia contra civiles inocentes. Tuvimos muchas guerras civiles en el siglo XIX. Y en el siglo XX, después de 50 años de relativa paz, caímos en 50 años de gran violencia. Es importante discutir el tema de la violencia en la Independencia, sin anacronismos y dentro de las condiciones de la época, pero también es preciso, para pensar en la nación colombiana, debatir hasta dónde y porqué la lógica de usar la violencia para lograr objetivos valiosos ha marcado buena parte de nuestra historia, y hasta dónde superar esto es la mayor prioridad en la cultura política del país.
Y, por otra parte, una conmemoración con amplia participación social y local, puede dejar un ambiente que ayude a formar la conciencia histórica de los ciudadanos: puede servir para mejorar archivos, museos y bibliotecas, identificar lugares simbólicos, personajes que hay que recordar. El rastro visual y material de la independencia se reduce en casi todo el país a algo que ya no significa mucho: la plaza de Bolívar.
Mauricio Nieto (MN): El uso del término "celebración del Bicentenario" ya tiene de hecho una connotación nacionalista, supone que en 1810 nace un proyecto de nación con el cual nos debemos identificar todos con orgullo y convicción. Sin embargo, no se necesita una extraordinaria imaginación para ver que estamos hablando de procesos históricos que beneficiaron a la población de manera muy desigual y que se trata de procesos que podríamos reprochar o lamentar, analizar y ver críticamente, pero que no son necesariamente para todos los colombianos un motivo de fiesta.
La historia nos puede mostrar que la nación no es una realidad que aparece milagrosamente en 1810, que no es algo terminado o natural, sino más bien algo en permanente proceso de construcción. Los tradicionales héroes de la construcción de la nación, como son las elites criollas, pertenecen a grupos sociales muy privilegiados en la vida Colonial, y también son actores que compartieron su identidad con los españoles y que conservaron la mirada europea sobre la población americana, mirada que las más de las veces fue lisonjera con lo europeo y despectiva con lo americano, de manera que contribuyeron a perpetuar concepciones y mecanismos de diferenciación y exclusión.
Volviendo a la pregunta, la celebración del Bicentenario tal vez no ayuda a la construcción del sentido de nación, sino que contribuye a perpetuar la legitimidad de una nación que aún tiene mucho por hacer para proclamar principios de igualdad y libertad para todos.
Juan Rivero (JR): En la víspera de la Independencia colombiana, la división regional de Nueva Granada, pese a los intentos descentralizadores de los Borbones, era la característica principal de su organización social y el factor condicionante de su cultura. El relativo aislamiento y autonomía de las regiones, fue quizás la característica más notoria de la organización colonial de la Nueva Granada. En su configuración, la geografía tuvo un papel esencial. Las abruptas separaciones creadas por la división de los Andes en tres cordilleras determinaron el establecimiento de regiones relativamente autosuficientes.La elite de Santa Fe fue incapaz de crear durante la primera independencia un Estado-nación, debido a que no tenían ni la hegemonía ni la fuerza para imponerse sobre las diversas y poderosas elites regionales, tales como las de Antioquia o Cartagena. Los padres de la patria fracasaron en el objetivo de crear la nación. Y ello ocurrió porque la Nueva Granada nunca existió como unidad política (Múnera, 2008). Al producirse la Independencia no hubo una elite criolla con un proyecto nacional, sino varios proyectos regionales correspondientes a varias elites. Y, además, aunque las clases populares estuvieron subordinadas a los proyectos de dichas elites, tuvieron un papel decisivo en el proceso de la Independencia, con sus propios intereses y particulares respuestas ante las propuestas uniformizadoras de las elites.No obstante, existe una visión elitista de la Independencia y los orígenes nacionales de Colombia, basada en la publicación de la obra de José Manuel Restrepo (París, 1.827), titulada Historia de la revolución de la República de Colombia. Este autor, historiador y dirigente político de la nueva república, no se limitó a descubrir los eventos de la Independencia, sino que fijó los mitos originales de la nación colombiana: el primero, base de la obra, plantea que la Nueva Granada era, en la coyuntura de la Independencia, una unidad política cuya autoridad central gobernaba el virreinato desde Santa Fe. El segundo, defiende la idea de que la elite criolla dirigente de la Nueva Granada se levantó, en julio de 1810, contra España llevada por el ideal de formar una nación independiente. Y el tercero, sostiene que la Independencia de la Nueva Granada fue obra exclusiva de los criollos. Los afrodescendientes, los indios y las "castas" se aliaron con la metrópolis o sólo siguieron pasivamente las directrices de la elite (Múnera, 2008).Por todo ello, el sentido de nación creado tras el proceso de independencia, a lo largo del siglo XIX, fue sesgado hacía posiciones patrióticas particulares de las élites criollas dominantes. Podemos afirmar, sin grave riesgo de equivocarnos, que el concepto de nación conformado en tal proceso fue el de las nuevas capas gobernantes, de terratenientes, burocracia y militares, exclusivo de una ideología de patria o nación como identidad política diferenciada con base en el idioma, y la religión católica. El sentido de patria contenido en esa idea de nación se confundía con la ideología del Estado creado tras la independencia pero, esa nación es una entidad en construcción, y en la misma deberían recogerse los ideales y los hechos sociales que se identifiquen con la incorporación a ella de las clases populares. Es un nuevo sentido de nación que debe incorporar al campesinado, asalariados urbanos, así como los industriales y comerciantes. Es una nueva idea de nación, inclusiva y solidaría con todos los sectores de la sociedad, en la búsqueda de una sociedad más justa y equilibrada, económica y socialmente. Es una idea de nación-pueblo, cuya cultura y valores están ahora separados y poco investigados.La manera de construir la nueva nación es una labor de diálogo y consenso. Para ello, el Bicentenario es una oportunidad de recoger aquellos anhelos y valores que las clases populares plantearon en el proceso de Independencia, pero que no se realizaron históricamente. Fueron las ideas y hechos de los indios, afrodescendientes, mulatos, campesinos y asalariados rurales y urbanos, cuyas voces nunca quedaron por escrito, pues la gran mayoría eran iletrados.Es este nuevo sentido de nación, inclusivo y solidario, así como más real históricamente, es el que debemos recuperar mediante nuevas investigaciones históricas, y el que debe ponerse de relieve con la celebración del Bicentenario. Los historiadores tenemos en ello una alta responsabilidad.
Juan Rivero (JR): En la víspera de la Independencia colombiana, la división regional de Nueva Granada, pese a los intentos descentralizadores de los Borbones, era la característica principal de su organización social y el factor condicionante de su cultura. El relativo aislamiento y autonomía de las regiones, fue quizás la característica más notoria de la organización colonial de la Nueva Granada. En su configuración, la geografía tuvo un papel esencial. Las abruptas separaciones creadas por la división de los Andes en tres cordilleras determinaron el establecimiento de regiones relativamente autosuficientes.La elite de Santa Fe fue incapaz de crear durante la primera independencia un Estado-nación, debido a que no tenían ni la hegemonía ni la fuerza para imponerse sobre las diversas y poderosas elites regionales, tales como las de Antioquia o Cartagena. Los padres de la patria fracasaron en el objetivo de crear la nación. Y ello ocurrió porque la Nueva Granada nunca existió como unidad política (Múnera, 2008). Al producirse la Independencia no hubo una elite criolla con un proyecto nacional, sino varios proyectos regionales correspondientes a varias elites. Y, además, aunque las clases populares estuvieron subordinadas a los proyectos de dichas elites, tuvieron un papel decisivo en el proceso de la Independencia, con sus propios intereses y particulares respuestas ante las propuestas uniformizadoras de las elites.No obstante, existe una visión elitista de la Independencia y los orígenes nacionales de Colombia, basada en la publicación de la obra de José Manuel Restrepo (París, 1.827), titulada Historia de la revolución de la República de Colombia. Este autor, historiador y dirigente político de la nueva república, no se limitó a descubrir los eventos de la Independencia, sino que fijó los mitos originales de la nación colombiana: el primero, base de la obra, plantea que la Nueva Granada era, en la coyuntura de la Independencia, una unidad política cuya autoridad central gobernaba el virreinato desde Santa Fe. El segundo, defiende la idea de que la elite criolla dirigente de la Nueva Granada se levantó, en julio de 1810, contra España llevada por el ideal de formar una nación independiente. Y el tercero, sostiene que la Independencia de la Nueva Granada fue obra exclusiva de los criollos. Los afrodescendientes, los indios y las "castas" se aliaron con la metrópolis o sólo siguieron pasivamente las directrices de la elite (Múnera, 2008).Por todo ello, el sentido de nación creado tras el proceso de independencia, a lo largo del siglo XIX, fue sesgado hacía posiciones patrióticas particulares de las élites criollas dominantes. Podemos afirmar, sin grave riesgo de equivocarnos, que el concepto de nación conformado en tal proceso fue el de las nuevas capas gobernantes, de terratenientes, burocracia y militares, exclusivo de una ideología de patria o nación como identidad política diferenciada con base en el idioma, y la religión católica. El sentido de patria contenido en esa idea de nación se confundía con la ideología del Estado creado tras la independencia pero, esa nación es una entidad en construcción, y en la misma deberían recogerse los ideales y los hechos sociales que se identifiquen con la incorporación a ella de las clases populares. Es un nuevo sentido de nación que debe incorporar al campesinado, asalariados urbanos, así como los industriales y comerciantes. Es una nueva idea de nación, inclusiva y solidaría con todos los sectores de la sociedad, en la búsqueda de una sociedad más justa y equilibrada, económica y socialmente. Es una idea de nación-pueblo, cuya cultura y valores están ahora separados y poco investigados.La manera de construir la nueva nación es una labor de diálogo y consenso. Para ello, el Bicentenario es una oportunidad de recoger aquellos anhelos y valores que las clases populares plantearon en el proceso de Independencia, pero que no se realizaron históricamente. Fueron las ideas y hechos de los indios, afrodescendientes, mulatos, campesinos y asalariados rurales y urbanos, cuyas voces nunca quedaron por escrito, pues la gran mayoría eran iletrados.Es este nuevo sentido de nación, inclusivo y solidario, así como más real históricamente, es el que debemos recuperar mediante nuevas investigaciones históricas, y el que debe ponerse de relieve con la celebración del Bicentenario. Los historiadores tenemos en ello una alta responsabilidad.
Heublyn Castro (HC): La época contemporánea tiende a ser a-histórica, no anti-histórica. La sociedad de consumo trata con demandas y deseos actuales, sin tener en cuenta el pasado; éste en sí mismo no es importante. Siendo ello algo contrario a la sensación profunda e inherente de la experiencia humana, porque todos estamos enraizados en el pasado. Ya sea en el pasado de nuestras familias, en el pasado nacional; no existimos sólo ahora. Uno no puede entender quién es a menos que entienda de dónde viene.Así como las personas se forman una identidad individual, los grupos humanos configuran una personalidad colectiva, un sentido de pertenencia, una frontera entre el "nosotros" y los demás, quienes también los reconocen como "otros". Esa distinguibilidad compartida es lo que se llama identidad colectiva, la cual es un cúmulo de representaciones sociales compartidas que funcionan como una matriz de significados, un conjunto de atributos idiosincráticos propios, que dan sentido de pertenencia a los miembros de una comunidad, siendo lo que les permite distinguirse de otros colectivos.Puede decirse que dos rasgos definen la identidad: su carácter relacional y su carácter histórico. La identidad tanto individual como colectiva es una construcción intersubjetiva que emerge y se afirma en la confrontación con otras entidades. La identidad de una nación es una construcción histórica que debe "alimentarse" permanentemente, porque sino se diluye y pierde cohesión. Las leyendas, los mitos, las historias compartidas, las fiestas o celebraciones permiten y retienen esa "historia común", ayudan a mantener la identidad. La memoria colectiva (donde incluimos las fiestas patrias), se encarga de mantener, articular y actualizar permanentemente esa biografía de la nacionalidad. En este sentido, la celebración del Bicentenario es importante porque coadyuva a generar identidad colectiva, lazos de unión y crear una historia común. Conmemorarlo es reforzar nuestro proceso identitario, es refrescar y sentirnos propios y pertenecientes a éste país.AT: ¿En qué ayuda a la comprensión de la realidad nacional, el conocimiento del proceso de la Independencia con sus conflictos sociales?HC: Primero que todo, cada época es distinta. Considero que los sujetos, las condiciones sociales, económicas, culturales y políticas de cada contexto y momento son particulares y diferentes, lo que hace que los hechos nunca se repitan de manera exacta. No obstante, eso no quiere decir que conocer los procesos históricos no es algo fundamental para entender nuestro presente.Recorrer el estudio de la Independencia con sus conflictos sociales, nos introduce en la reflexión sobre la exclusión, la segregación, la desigualdad, la resistencia, para entender o comprender, porqué ahora, esa fecha debe o necesita resignificarse para construir una Colombia distinta. Un país que se erija sobre los pilares de la diversidad, la pluralidad y la inclusión; un Estado que sea capaz de garantizar nuestra pluralidad de orígenes y destinos, pero con una historia común como país. La fecha y el estudio de los hechos que conmemoramos en el Bicentenario deben concebirse como un momento para efectuar un balance de 200 años de vida republicana, en cuanto a realizaciones en el campo de la libertad y de la democracia.MN: Pensar sobre el pasado es pensar sobre el presente y el futuro; la historia ayuda a comprender la realidad nacional en la medida en que es un medio, un instrumento, casi un pretexto para pensar lo que somos y lo que podemos ser.A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, en el territorio que hoy es Colombia y en el contexto de una sociedad colonial se presentan tensiones sociales que aún existen en el país; tanto entonces como ahora es difícil pensar en una idea de nación incluyente, en la cual las distintas regiones y habitantes del país hagan parte de un mismo proyecto político. No hay duda de que para entender la Colombia de hoy es importante una revisión crítica de aquellos procesos, actores e intereses que consolidaron la nación de hoy; el problema, obviamente, es cómo.JR: Siempre que se plantean unos conocimientos históricos adecuados y veraces sobre el proceso de la Independencia, con los verdaderos actores sociales de la misma, sus ideas o valores, sus objetivos y sus intereses, se puede ayudar a que el alumno y las personas interesadas en la historia de Colombia comprendan que la historia es el pasado, hecho presente y actualizado.La diversidad de intereses y el antagonismo social son realidades humanas a lo largo de la historia. El conflicto ha sido algo estructural en la historia de los hombres y de las comunidades. Se trata de que la experiencia histórica nos ayude a entender que la resolución de dichos conflictos requiere una comprensión mutua entre los hombres, para superar los mismos mediante el diálogo y la participación de todos sin exclusiones, y mediante la solidaridad y ayuda mutua. Si logramos que nuestros ciudadanos se acerquen al estudio de la Independencia desde esa perspectiva global y solidaria, podrán entender mejor la realidad nacional de hoy, con sus diferencias y conflictos, y también con lazos de unión, así como la necesidad de trabajo de todos y la solidaridad para superar los conflictos que nos separan. Sólo así podremos comprender mejor la realidad y lograr una nación más inclusiva social y políticamente.JOM: Para entender bien una sociedad hay que conocer su pasado. Muchos de los conflictos actuales tienen sus raíces en la época colonial o en el siglo XIX, y se han ido transformando o redefiniendo permanentemente. Hablar de reforma agraria hoy exige preguntarse por los orígenes de la propiedad, por el peso de las exportaciones en la consolidación del latifundio, por la historia de la ganadería y de sus relaciones con la política. Es necesario comprender las relaciones entre los grupos indígenas y criollos en la Independencia, su reticencia a participar en una lucha que podía favorecer más a sus amos rurales, para entender la situación actual de las comunidades indígenas. Saber cómo los dirigentes de la Independencia, que luchaban por la libertad, enfrentaron el problema de la libertad de los esclavos -su preferencia por dar libertad a los esclavos que no habían nacido, pero conservando esclavos a los que ya existían, su temor al resentimiento de los que se liberaran- ayuda a entender porqué las poblaciones negras se marginaron durante décadas y se dejaron por fuera de los grandes esfuerzos de desarrollo.Luis Javier Caicedo (LC): Colombia es un país sin memoria. Pese a sus 10.000 años o más de antigüedad es muy poco lo que tenemos en cuenta la época de los habitantes ancestrales y los tres siglos de vida colonial, con el aporte europeo y africano. Con esta salvedad, la Colombia que reconocemos hoy es la que viene de la época de la Independencia, cuando surge el Estado-nación. Todo lo que hoy somos -desde la denominación misma- proviene de la Independencia como época fundacional de la República:El nombre de Colombia fue imaginado por el precursor Francisco de Miranda, para denominar a toda América Latina libre de España (y para reivindicar a Colón -Cristóforo Colombus- como descubridor del Continente, mérito usurpado por Américo Vespucio). Bolívar lleva el sueño a la realidad y crea la República de Colombia con tres países, que fue una alianza militar fundamental para ganar la guerra. Disuelta la Gran Colombia retomamos el nombre colonial de Nueva Granada, que en la guerra civil de 1860 es cambiado por el de Colombia, como bandera de lucha del general Mosquera.El territorio de ultramar español conocido como virreinato de la Nueva Granada o Nuevo Reino de Granada se convierte, entre 1810 y 1830, en un Estado libre, soberano e independiente, con personería propia en el concierto internacional, desde entonces perteneciente a una comunidad latinoamericana de naciones.Las decisiones de política exterior de la nueva República, la falta de cohesión interna de sus componentes y el fracaso del Congreso Anfictiónico impidieron que la Gran Colombia tuviera mayor presencia y autonomía internacional, y en cambio derivara en su disolución y hacia dependencias de nuevo cuño.La Independencia rompe los marcos territoriales cerrados de la Colonia, donde no había mayor circulación poblacional al interior del Virreinato y menos fuera de él. Esto fue removido como un cataclismo por el movimiento de tropas y de delegados constituyentes de la primera nación, hasta el punto que en 1824 un labriego-soldado de Marinilla (Antioquia) fue quien izó el pabellón tricolor en la batalla de Ayacucho (Perú).Nuevas regiones, como Antioquia y Valle del Cauca, surgen de la Independencia con voz propia, para ocupar con el tiempo la preeminencia colonial de ciudades-provincias, como Popayán y El Socorro.La República, como forma de gobierno democrático opuesta a la monárquica absolutista, con Constitución, separación de poderes y derechos de los ciudadanos, surge desde el período 1810-1816 y se consolida en las constituciones de 1819 y 1821. El primer Congreso sesiona en 1823.Los libertadores recrean el Estado, es decir, fueron capaces de reemplazar la Corona, construir el aparato ideológico, institucional y burocrático capaz de viabilizar un nuevo Estado.El ejército colombiano, derrotado en 1816 por el español Pablo Morillo, se reconstruye en los llanos de Casanare, derrota a los españoles en la batalla de Boyacá en 1819, y los militares de la Independencia prolongan su mando hasta más allá de 1860.La Colonia tenía como norma de funcionamiento la rígida separación entre las clases sociales, pero no tanto de ricos y pobres, sino de razas y estirpe (españoles y criollos, indígenas y negros). La Independencia trastorna por completo el sistema social: al expulsar a los españoles, pone a los criollos en el poder; al disolver muchos resguardos indígenas, produce un segundo etnocidio, despoja y desplaza la población nativa y sus tierras pasan a comerciantes criollos; al extinguir la esclavitud eleva el nivel moral de la Nación y libera mano de obra para formas de producción nuevas. Y, en general, la guerra de independencia favorece el mestizaje prohibido por los españoles.Sin embargo, es sabido que la Independencia fue un proyecto de la elite social, del cual fueron excluidos o estuvieron al margen los intereses de las clases populares (salvo tal vez en la resistencia de los pastusos a la Independencia), cuya participación se dio en forma de turbas en los distintos gritos de Independencia, y luego por reclutamiento para la guerra.La revolución de Independencia (aunque muchos le niegan este carácter, trasladándolo a las reformas de la mitad del siglo XIX) fue un poderoso escenario de ascenso de fuerzas sociales.En lo económico, la Independencia permite abrir fábricas, caminos y exportaciones que el sistema colonial no permitía. La clase dirigente se renueva con los negocios propios de la guerra, la ampliación del comercio, los privilegios y patentes, la apropiación de las tierras de resguardos, el manejo de los empréstitos externos, etc.Ambientalmente, la Independencia marca una gran ruptura, porque el sistema español no intervino mayormente la naturaleza (ni la conocía), mientras los próceres tenían claro que había muchas riquezas para explotar y ello implicaba desmontar las selvas.En lo educativo, baste pensar que antes de 1810 sólo había en la Nueva Granada cuatro colegios. La Independencia abre por todos lados escuelas de primeras letras, como estrategia para formar ciudadanos y no súbditos, y en casi todas las provincias funda colegios, que en algunos casos son el origen de las universidades actuales.En lo cultural, la Independencia le mueve la silla a las instituciones monásticas y, en general, al pensamiento religioso, permitiendo una mayor circulación de ideas (la Ilustración) y una mayor autonomía cultural de los individuos y la secularización de la sociedad.En la medida, entonces, en que la Colombia con la que hoy trabajamos, tanto como entidad política como imaginario de nación, proviene de la Independencia, el conocimiento del proceso de Independencia y sus conflictos sociales es de gran trascendencia para la comprensión de la realidad nacional.AT: ¿Qué temas sobre el Bicentenario sería interesante trabajar en las escuelas?MN: Un buen comienzo sería tratar de despojar y liberar a los estudiantes de la mayor cantidad de supuestos y prejuicios sobre lo que ocurrió y sobre su significado. Las ideas mismas de nación o independencia, más que algo dado, deben ser un objeto de reflexión. Por esta misma razón, es importante poder pensar en cómo y quiénes han escrito la historia nacional. La historia, el pasado, resulta inseparable de la historiografía, de cómo, cuándo y quiénes han narrado la historia. En lugar de repetirla y enseñarla como si fuese una narración neutral, y en la que los textos son las fuentes de personas y acontecimientos para recordar, es importante enseñar de dónde vienen ciertas formas de explicar el pasado, hacer evidente que no son las únicas posibles y, mejor todavía, mostrar alternativas.En este sentido sería interesante comenzar por preguntas muy básicas, tales como: ¿qué entendemos por "independencia", independencia de quiénes y para quiénes? Y en esa dirección poder revisar, de manera crítica, las consecuencias sociales de los procesos históricos de comienzos del siglo XIX.Una alternativa positiva es buscar puntos de vista diversos en la historia, escuchar voces menos familiares. No es lo mismo la mirada de los procesos de Independencia que pudieron tener las elites y escritores como José Manuel Restrepo -sobre quienes se ha construido buena parte de nuestro pasado-, que la de, por ejemplo, la población afroamericana, la población indígena o los blancos y mestizos pobres. No es lo mismo lo que puede significar la Independencia desde Bogotá o desde Quibdó, o desde Madrid o Londres; tal vez la miradas menos visibles de las mujeres o de los niños, o de grupos sociales relegados pueda enriquecer y liberar nuestra comprensión del pasado y del presente.La diversidad de miradas, aunque menos ordenada y armónica, es más interesante y más real. Una narración "polifónica" -si pudiéramos tomar prestado el concepto musical para la narración histórica- podría llegar a una representación más incluyente, más compleja y más divertida. Esta diversidad no sólo tiene que ver con las fuentes y las voces o testimonios que se quiera tener en cuenta, sino con los temas a tratar. En primera instancia se podría pensar que el tema de la Independencia es un tema de historia política, y esto es verdad, pero al mismo tiempo es una premisa que puede convertirse en una seria limitación. Es urgente que la idea de "política" sea entendida en un sentido amplio que incluya distintos mecanismos para la construcción de un orden social; aspectos económicos, culturales y científicos hacen parte de estos procesos históricos y deben ser tenidos en cuenta. ¿Podemos hablar de una ciencia independiente después de 1810?, ¿De una cultura independiente? ¿De una economía independiente?LC: Sin que los estudiantes pierdan la perspectiva de que la nación viene desde el pasado indígena y colonial, debe hacerse mucho trabajo alrededor de hacerlos conscientes de que hace 200 años Colombia surgió como Estado independiente. Que no se cumplen 200 años de unas batallas sino del nacimiento de una nación.En segundo lugar, destacar el papel cumplido por los precursores y por los próceres de la Independencia (en su mayoría fusilados en 1816), mediante el repaso de las vidas y los textos de Nariño, Caldas, Zea, Acevedo y Gómez, Carbonel, Tadeo Lozano, Policarpo, Pedro Romero (de Cartagena), José Manuel Restrepo, etc., quienes siguen siendo íconos laicos de nuestra nacionalidad (muchos quieren desaparecer a los individuos, para ver sólo procesos y luchas sociales, pero es demasiado el deber de gratitud que tenemos con esa generación como para olvidar sus nombres y sus vidas ejemplares). En tercer lugar, resaltar mucho que no sólo Colombia sino nueve países de América Latina se independizaron al mismo tiempo, y también celebran su Bicentenario próximamente: Bolivia y Ecuador en 2009; Argentina, Chile, México y Colombia en 2010, y El Salvador, Paraguay y Venezuela en 2011. En este sentido, realizar entre los estudiantes concursos sobre la historia de la independencia de esos países.JOM: Enumeraré los más inquietantes, los que de alguna manera muestran la tensión entre los ideales, a veces contradictorios, de las gentes de la Independencia, y la historia posterior:La igualdad ciudadana y social, la libertad de los esclavos y la ciudadanía e igualdad de indígenas y mestizos.El respeto a la ley, por parte de los ciudadanos y los dirigentes políticos: la apelación a dictaduras y medidas de excepción cuando la ley se percibió como inadecuada o insuficiente.El centralismo y los derechos de las provincias. La primera Junta Autónoma de 1810 fue la de Cartagena, en mayo de ese año, pero celebramos el Acta de Bogotá. ¿Por qué creían los vecinos de Bogotá y su cabildo que tenían un derecho a dirigir el país, superior al de los cabildos de Cartagena, Cali o Antioquia? Este tema creó el conflicto entre centralistas y federalistas que debilitó a los defensores de la independencia y tuvo un impacto aún vivo en la historia de estos 200 años.El tema de América Latina y Colombia. La independencia no resulta de la voluntad de unos dirigentes, sino de una coyuntura internacional, de la crisis de la monarquía española. Todos los países americanos se independizaron, y se formaron naciones que respondían a la estructura administrativa de la Colonia. Los sueños de cooperación entre países hispanoamericanos, o americanos, han producido ideales tan diferentes como el "panamericanismo" o los "movimientos bolivarianos" de hoy.Por razones prácticas, es importante que las escuelas estudien la historia de sus localidades y regiones, tanto en la Independencia como en los años siguientes.HC: Temas que contribuyan a un mejor conocimiento de nuestra sociedad, que den cuenta de la pluralidad ideológica y de la heterogeneidad cultural del país. Cuestiones que nos permitan construir una identidad propia, colombiana, sin desdibujar que, al mismo tiempo, somos mestizos, afros, indígenas, rom, mujeres, niños, niñas, hombres o ancianos, por nombrar algunos de los roles que al mismo tiempo podemos tener como sujetos sociales.Sería muy interesante que se trabajaran conceptos vertebrales desde el campo social, político y económico, como los de independencia, libertad y autonomía. Que se explore en los colegios, cómo se puede ser independiente dentro del mundo actual global, en el campo de la economía, de la política, de la cultura.El tema del Bicentenario es una oportunidad para que todos, pero en especial los jóvenes y la escuela, participen de una manera activa para que proyectemos, planteemos y construyamos la Colombia que queremos. El 2010 es un horizonte simbólico para resignificar qué debemos llamar independencia y para avizorar qué procesos de resistencia debemos gestar hoy, para subsistir como colombianos, como nación, como democracia. No hay que olvidar que no es lo mismo declarar la Independencia que construir una nación libre; estas son dos cosas distintas.Dicha celebración debe convocar interrogantes sobre nuestro pasado, presente y futuro; debemos preguntarnos quiénes somos, quiénes queremos ser como sociedad, como nación o como región latinoamericana.JR: El Bicentenario se convierte en una buena ocasión para reflexionar sobre la historia y la enseñanza de la misma. Debemos cuestionarnos sobre la imagen de la Independencia que tienen los ciudadanos y jóvenes colombianos… No es difícil comprender que, en buena parte, es una imagen parcial y estereotipada sobre el proceso de la Independencia, centrada en la visión elaborada por los académicos de la historia de las distintas naciones, conformadas durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX. Es una historia positivista centrada en hechos, aventuras y héroes, pero que no explica las causas sociales y económicas de la misma. Por ejemplo, ¿cómo explicamos que indios y afrodescendientes lucharon en gran parte de América al lado de la Corona y frente a los que en teoría deberían liberarlos, los patriotas o independentistas?Estimo que las cuestiones importantes del Bicentenario deberían ser: ¿Qué significó la Independencia para los diferentes actores sociales que participaron en el proceso: esclavos afrodescendientes, indios, campesinado parcelario, grandes propietarios y terratenientes latifundistas, y artesanos o industriales y comerciantes? ¿Cuáles fueron los costos económicos de la Independencia para los nuevos países? Y ello, en términos fiscales, comerciales y productivos e industriales. ¿Mejoró la situación económica de los diferentes sectores sociales? ¿Cuál fue el coste de la guerra en términos económicos y poblacionales? ¿Qué sentido de nación se creó con la Independencia en los pueblos de los nuevos países?AT: ¿Cómo motivar a los estudiantes para aprender la historia?JR: El aprendizaje y la enseñanza de la historia por los estudiantes están insertos en un amplio debate producido desde los años sesenta del pasado siglo en Europa y América. Las propuestas editoriales realizan su propia traducción del currículo oficial, a través de los manuales escolares que son usados masivamente en las aulas. Los docentes son los encargados de que la transposición didáctica opere una última transformación, pasando del conocimiento erudito o académico al objeto de enseñanza o conocimiento enseñable en las aulas.El proceso de transmisión o de enseñanza de conocimientos nos enfrenta directamente a las estrategias y a los recursos que operan como facilitadores (y a veces también como obstaculizadores) del mismo. Hay aprendizaje cuando el alumno mantiene el interés, la curiosidad y la "mente abierta", lo que le permite desarrollar un pensamiento creativo y la habilidad para resolver problemas.En el Centro Cultural y Educativo Español Reyes Católicos nos pronunciamos por los métodos por descubrimiento o indagación, que generan en los estudiantes estrategias de aprendizaje basadas en la propia construcción individual de los conocimientos. Estos métodos aparecen como reacción a la enseñanza tradicional y se mantienen en una concepción del aprendizaje basada en las ideas de Piaget sobre la naturaleza "activa" de todo aprendizaje, así como la importancia de adecuar las propuestas didácticas al desarrollo intelectual del alumno, en relación con la edad y las aportaciones del movimiento de la Escuela Nueva.El método de la indagación se basa en proporcionar al alumno oportunidades de aprendizaje para que, por sí mismo y por inducción, vaya descubriéndolo y construyendo el conocimiento histórico o geográfico. En este caso, las estrategias de enseñanza consisten en procurar a los alumnos experiencias adecuadas y ricas y proporcionarles casos, problemas interesantes, para que a partir del material de trabajo, busquen la solución mientras que el profesor actúa cómo facilitador del proceso. El objetivo es el desarrollo de capacidades y destrezas ligadas a la adquisición del pensamiento formal. La enseñanza por descubrimiento genera en el alumno estrategias de aprendizaje constructivo, porque son los mismos alumnos quienes construyen su aprendizaje mediante la "actividad" que realizan. En los métodos por descubrimiento se pone una especial atención en el alumno que aprende que, a través de sus propias acciones de asimilación, construye individualmente sus aprendizajes a través de la indagación.La historia, la geografía y el resto de las Ciencias Sociales, disponen de un rico e urgente cuerpo de hechos y conceptos, problemas, temáticas, métodos, etc., que permiten al profesorado una prolongada acción dirigida a ubicar al alumnado en su mundo, como consecuencia del desarrollo de estas especialidades y de la formación de un pensamiento. En realidad, la enseñanza de estas asignaturas siempre desarrolla en el alumnado un tipo u otro de pensamiento. El problema aparece cuando la enseñanza sólo se concibe como la transmisión de información y el aprendizaje la reproducción de la misma. En este caso, el alumnado debe desarrollar un pensamiento basado en rutinas, en la aplicación mecánica y puntual del conocimiento, y en la desvinculación entre lo que aprende y piensa fuera de la escuela y lo que aprende y le hace pensar en ello.La apuesta por la formación del pensamiento social del alumnado en un currículo nuevo, ha aparecido de manera explícita en bastantes currículos oficiales de los países de nuestro entorno y de Colombia. Ha dado lugar a proyectos alternativos bajo denominaciones tales como: la formación del pensamiento crítico, la indagación, la resolución de problemas sociales, el pensamiento reflexivo, los dilemas morales, el pensamiento creativo, etc. Ha generado materiales curriculares, y abundantemente literatura.El problema, sin embargo, ha sido su escaso impacto en la práctica educativa colombiana. Investigaciones recientes en España (Blanco, 1992, y González 1993) muestran que el modelo imperante en muchas aulas donde se enseña geografía, historia o ciencias sociales ha sido y sigue siendo el modelo transmisivo. En consecuencia, el aprendizaje de una gran mayoría de alumnos ha sido y es repetitivo, y no ha desarrollado un pensamiento para comprender su mundo, y sus orígenes, ni les ha dotado de instrumentos para intervenir correctamente en su construcción.Se trata de que los estudiantes sepan utilizar el conocimiento poseído para ir al fondo, y más allá, de la nueva información requerida ante un problema. Propone comprometer a los estudiantes en los problemas que deben resolver, guiarles en la manipulación y el tratamiento de la información, apoyar sus esfuerzos y enseñarles a comunicar los resultados a los demás y aplicarlos teórica y prácticamente.HC: La historia no sólo es la ciencia del pasado, es también una ciencia que se conecta con el presente, y este no es un ejercicio que se haga mucho dentro de la escuela. La historia como ciencia, recrea y reconstruye la realidad pasada coadyuvando a que el presente adquiera significatividad; ella nos ayuda a dimensionar la realidad que nos toca vivir. La historia es útil en cuanto tenga contacto con el presente, es decir, cuando el análisis de los procesos históricos permita comprender problemáticas del presente.Si la educación básica y media supera algunas prácticas en la enseñanza de esta disciplina, cuando se traslada a un área escolar, dicha tarea puede resultar más sencilla de lo que se cree. Infortunadamente, con frecuencia, el primer acercamiento que tienen los niños, niñas y jóvenes con este campo del conocimiento, es como a veces se trabaja en la escuela: como un recuento o narración de hechos pasados, de temas sin sentido y desconectados de sus vidas; temas que a ellos no les dicen nada y carecen de todo interés y significatividad. Así, es bastante difícil interesarlos.Pienso que si se conectan los conceptos básicos de la disciplina histórica, con hechos y situaciones actuales, y al mismo tiempo los relacionamos con situaciones que ha vivido la humanidad en épocas anteriores, esta puede ser una buena estrategia para que los estudiantes se motiven o adentren en el estudio y conocimiento histórico. Por ejemplo, la temática del Bicentenario puede ingresar al aula a través de una pregunta sobre la discriminación o la exclusión. Un docente podría plantear a los asistentes de su clase qué tipos de discriminación observan hoy; si ellos han sufrido o conocido algún tipo de discriminación. Luego podría adentrarse en preguntar, en qué otros momentos o períodos en nuestro territorio se han dado situaciones semejantes, quiénes las han sufrido, cómo se manifestaron o reaccionaron ante éste tipo de actitudes; cómo surgen o se construyen las representaciones sociales y procesos identitarios de un grupo, tanto hoy como en la antigüedad. Relacionar pasado-presente permite abrir el panorama, encontrar sentido al conocimiento histórico y, todo ello, estoy segura, contribuiría enormemente a que los más jóvenes en nuestra sociedad se interesen y motiven por este campo del conocimiento humano.LC: Involucrar a todos los estudiantes en el Bicentenario y apoyar lo que propongan los Comités Bicentenario de las instituciones educativas. Declarar a los jóvenes que culminan su bachillerato en 2010 Promoción Bicentenario, e impulsar proyectos específicos de intercambio y de enseñanza y aprendizaje: nombrar los salones de los colegios con nombres referentes a la Independencia, diálogos con estudiantes de historia de educación superior, concursos, visitas a museos, a sitios históricos de otras ciudades, elaboración de ensayos, juegos, programas escolares culturales, páginas web y blog dedicadas al Bicentenario.Creo que son las mismas escuelas y colegios, la comunidad educativa, quienes deben definir cómo cada institución se va a vincular al Bicentenario (y no dejarle el fardo sólo a los profesores de sociales). Para ello puede ser muy útil que cada institución educativa conforme su propia Comisión Bicentenario, que se encargue de pensar el significado de la Independencia, hacer la respectiva programación, buscar recursos inclusive en el barrio o en el municipio o con bazares.Ayudaría mucho que el Ministerio de Educación o las secretarías departamentales de Educación expidieran un decreto por medio del cual se declare como la Promoción del Bicentenario a los estudiantes que se van a graduar de bachilleres en 2010, es decir, a los que hoy cursan Grado 9° (o en las zonas rurales, los que hoy cursan Grado 6°).JOM: Hay que dotar las escuelas de herramientas apropiadas: una colección bibliográfica para cada escuela, colecciones de cine y video que apoyen la discusión de temas históricos, como las películas dirigidas por Jorge Alí Triana, con guión de Carlos José Reyes (Programa Centenario de la Constitución, 1986), las Crónicas de una Generación Trágica (Audiovisuales, 1993) y trabajos similares; acceso virtual a materiales de divulgación, documentos, libros e imágenes sobre la independencia, para que maestros y estudiantes tengan con qué trabajar.Hay que promover la discusión de los temas, los personajes y la historia local: que el estudiante vea la relación de su vida, y la de sus padres y abuelos, con la historia del país.Es esencial que los profesores se interesen: los estudiantes leen cuando ven a un profesor que ama los libros; se interesan por la historia cuando los profesores son apasionados de la historia y tratan de entender el país.Que profesores y estudiantes elaboren materiales sobre la historia de sus localidades y regiones, o sobre otros temas afines, usando las herramientas tecnológicas que aporta hoy Internet, para que todo lo que hagan quede disponible para todos.MN: El reto está en poder mostrar a los estudiantes que la historia tiene una estrecha relación con el presente y con el futuro. El estudio del pasado podría parecer inocuo y aburrido si se presenta como una serie de hechos ya ocurridos e inalterables que los estudiantes deben conocer. Por el contrario, si se hace evidente que las preguntas y las respuestas de los historiadores dependen de las preocupaciones del presente y que, por lo tanto, el estudio del pasado y la historia misma está cambiando todo el tiempo, tal vez su estudio resulte más entretenido. Así, tiene que ver con análisis, con interpretación y con imaginación, y así la historia, como la literatura, podría ser entendida como un problema no tanto de memoria sino de creación.
Mauricio Nieto Olarte: es doctor en Historia de las Ciencias en la Universidad de Londres. En la actualidad es profesor asociado y director de posgrados del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes. Entre sus publicaciones destacan: Orden natural y orden social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada, CSIC, Madrid, 2007; La obra cartográfica de Francisco José de Caldas, Universidad de los Andes, 2006, y Remedios para el imperio: historia natural y la apropiación del nuevo mundo, ICANH, 2000.
Luis Javier Caicedo: Tiene estudios de Derecho en las Universidades de Antioquia y de los Andes (pendiente de grado). Autor del libro1810-2010: Bicentenario de la independencia de Colombia y de Latinoamèrica, Medellìn, Ed. Biogènesis, U. de A., 2005. Editor del sitio http://www.albicentenario.com/ . Director de contenidos de la pàgina latinoamericana http://www.grupobicentenario.org/ (en construcción)
Jorge Orlando Melo: Historiador, profesor de historia en las universidades Nacional y del Valle, y autor de numerosas publicaciones, de investigación y divulgación, sobre historia de Colombia. Durante varios años fue director de la Biblioteca Luis Ángel Arango; fundador y director histórico de Credencial Historia entre 1987 y 2005. Muchos de sus trabajos se pueden leer en http://www.jorgeorlandomelo.com/
Juan Rivero Corredera: Historiador, rector del Centro Educativo y Cultural Español Reyes Católicos, de Bogotá. Durante 25 años profesor de Geografía e Historia de España y Mundial, en centros de bachillerato y en la universidad. Ha publicado cinco libros de Historia de España, Francia y Marruecos, así como 12 artículos en revistas nacionales e internacionales.
Heublyn Castro Valderrama: Licenciada en Historia, con especialización y maestría en el campo de la educación y estudios de doctorado en Ciencias Sociales. Se desempeñó como docente de historia y ciencias sociales en la educación básica por 14 años; también como profesora universitaria a cargo de las asignaturas relacionadas con la enseñanza y didáctica de la historia. Dirigió en el MEN la elaboración de los lineamientos curriculares del área de Ciencias Sociales y en la actualidad es consultora.